Saturday, March 20, 2010

Ηθος Ανθρωπῳ Δαιμων. Heráclito [B.119]



Ethos,Antrophos,Daimon.

"Ethos" [ἦθος] es una palabra con diferentes significados, no contrapuestos sino complementarios, el significado más arcaico de "ethos" es el de guarida, refugio de animales, el lugar en el que acostumbran habitar. Más tarde ethos también se usó para referirse a la habitación de los hombres, a la morada.

En su segunda acepción, "ethos", [εθος] con épsilon –originalmente está escrito con eta- significa también "hábito", "costumbre"; hábito referido a una acción reiterada, a una repetición consciente, no mecánica, a una perseverancia, a la fidelidad a sí mismo.

"Ethos" es también "carácter" (xacactér): -marca distintiva que se graba- como los caracteres de un teclado- pero en este caso hablamos de una marca que se graba en el ser, otorgándole identidad. Más radicalmente "carácter" se refiere a una "manera de ser", a un modo de ser adquirido, no otorgado o grabado sino impreso a través de la "praxis".

Cuál es el "ethos" del filósofo. Cuáles son las “caracter-ísticas” –los rasgos del carácter- que independientemente de los modos de ser de cada uno de nosotros, participamos en común o "deberíamos" [¿?] aspirar a participar del "ethos" filosófico?

El "ethos" no sólo es una postura meditativa, "ethos" también significa "disposición" o "actitud". "Modo de ser para", y también "modo de estar ante" y "de ser con". Dicho de otro modo: el carácter es el modo de ser y estar, en el sentido de modo de disponerse ante el otro y lo otro, modo de relacionarse con el mundo; no sentados viendo cómo pasa el tiempo sino a través del modelado de nosotros mismos, a través de la "praxis".

Veamos ahora qué significa el "Daimon" [Δαιμων] en el fragmento de Heráclito.
"Daimon" es al igual que "ethos" es una palabra multívoca o polisémica. "Destino" es una de las posibles acepciones. Pero el "destino" es incierto, etéreo, oscuro, igual que otros de los significados de "daimon": "genio", "dios", "semidiós" o "demonio", en el sentido griego –pre cristiano- de la palabra.

Recordemos el "daimon socrático", esa voz que habitaba en Sócrates y que le hablaba desde el interior, esa especie de divinidad o fuerza sobrenatural, clave de la experiencia ética, la voz de una entidad desdoblada en sí misma, ajena y propia a la vez, que marca el sentido del bien y del mal de la vida, eso que hoy conocemos como la voz de la conciencia moral, del imperativo moral, el super yo como lo llama Freud.
El "daimon" traducido como "destino" nos remite a la fatalidad -en inglés un sinónimo de destiny es fate- aquello que tiene un carácter necesario, impostergable, el "fatum".
Completamos el fragmento [B119] de Heráclito: "Ethos, Antrophos, Daimon" significa:


"El carácter es el destino del hombre."


El mensaje "ético" de este fragmento nos dice que la acción libre y moral de nosotros mismos –nuestro “carácter”- determinará nuestro "destino", y a la inversa: nuestro "destino" o "daimon" no es una mera necesidad o fatalidad natural extrahumana sino que justamente depende del “ethos”, del "carácter", del "modo de ser y de estar", de la morada interior del hombre. El alma es la morada del daimon decía Demócrito.

Y si el "carácter" es una construcción libre –aunque no todos lo sepan o lo entiendan- ¿cuál es modelo que históricamente comparten los filósofos?
No existe un solo modelo pero podemos estar de acuerdo en que el ethos del filósofo es el dell hombre sabio. Veamos a continuación aunque sea muy superficialmente por motivos de espacio cuál es el modelo de hombre sabio que tenían las culturas maya y china.

Como sabemos, el lenguaje en el que se expresaron los mayas fue el simbólico y a la fecha aún existen muchas dificultades para traducir cabalmente los textos jeroglíficos. Tenemos por fortuna un texto invaluable que es el Popol Vuh.
En este mito cosmogónico podemos encontrar cuál era para los mayas el ethos del sabio.

Sabemos que de acuerdo a los mayas el hombre fue hecho con el método de ensayo y error –lo cual nos habla ya de que el hombre no es perfecto-. Primero el hombre de barro se deshizo con el agua (primera edad) luego el hombre de madera (segunda edad) tampoco pudo adquirir la humanidad. No fue sino hasta que se crea el hombre de maíz (tercera edad) que se forma el hombre “verdadero”.

Cuando el Popol Vuh narra que los hombres de madera no respondieron a la finalidad de los dioses, ya los mayas nos describen su concepción del hombre común y también del hombre sabio. Recordemos que en la tercera edad los primeros hombres hechos de maíz lo veían todo – se les había pasado la mano a los dioses- de manera que tuvieron que quitarles poder pues pensaron que un hombre que se igualara a Dios no tendría ninguna necesidad –o destino- No procrearía, no se multiplicaría ni veneraría a los dioses, sería autosuficiente. Para decirlo en pocas palabras, al hombre verdadero primero le fue dada la sabiduría y luego arrebatada pero no negada [un parecido asombroso con la teoría de las ideas platónica].

Los hombres de acuerdo con los mayas pueden por su propia acción desarrollar su conocimiento, así la sabiduría no es dada sino adquirida, el hombre se forma a sí mismo, por eso entre los mayas de hoy a los sabios se les denomina “los vivos”, “los que ven” “los que tienen el cerebro abierto”. El ethos del sabio entre los mayas consiste en ser fiel al ser, a la finalidad para la cual el hombre fue creado: venerar y alimentar a los dioses a través del ayuno, la vigilia, el autosacrificio y la abstinencia. El sabio es aquel que realiza plenamente la condición humana.

La matemática, la astronomía y la cronología que alcanzaron los mayas deben entenderse como un profundo esfuerzo por conocer y venerar a sus dioses y contrarrestar o aminorar sus influencias a través de sus rituales.
Por su parte los chinos y su pensamiento milenario, plasmado es su cada vez más popular I Ching, libro de las mutaciones, nos enseñan a través de sus grandes filósofos Lao Tse y Confucio que el hombre sabio tiene un ethos muy particular. Por cierto Lao Tse y Confucio son asombrosamente cercanos el tiempo con Heráclito s.VI a.C. así como con sus conclusiones sobre la armonía de los contrarios.

Lo que el logos –en su sentido de conocimiento- era para Heráclito lo es el Tao para los chinos, aunque aquí sí tenemos una literatura mucho más precisa y colmada de significados y no fragmentaria como con el de Éfeso. El tao es lo innombrable, el uno, el motor origen del movimiento. Hunab kú para los mayas, -quienes por cierto tampoco solían representarlo-.

El Tao se basa en la armonía de los contrarios, el ying, lo femenino, la tierra, la oscuridad, la humedad, la receptividad, lo negativo, lo destructor, literalmente: “el lado en sombra de la montaña”, y el yang, lo masculino, el cielo, lo positivo, la luz, el calor, la creatividad, literalmente: “el lado iluminado de la montaña”. El Tao es inaccesible a los sentidos y al conocimiento [Malos testigos los ojos y los oídos para los hombres que tienen almas bárbaras. Heráclito. B107] pero se puede intuir, es el principio que organiza a todos los seres. El poder vital.

El hexagrama de la sabiduría para los chinos, el ethos del sabio, o del filósofo, es aquel de los seis trazos completos (yang) llamado también Ch´ien o lo creativo.
A este signo corresponde la energía primaria, luminosa, fuerte, espiritual, activa, omnipresente, equivalente al fundamento del movimiento, uniformemente fuerte, carece de debilidad, representa al cielo, el poder de la perseverancia, de la duración. En su sentido macrocósmico el signo expresa acción creativa de la divinidad. En el mundo humano la acción creadora del sabio, el santo, el gobernante que desarrolla su esencia más elevada.

Igual que Heráclito e igual que los mayas los chinos hermanan el ethos con la acción, la acción perseverante, la praxis. Asimismo como nos señala Carl Jung, el I ching responde a quien lo consulta con el corazón abierto, su principal contenido ético reside en que el I Ching insiste en la necesidad de conocimiento de sí mismo y está destinado a personas pensantes y reflexivas que meditan todo el tiempo sobre lo que hacen y lo que les ocurre. Personas que tallan su propia piedra diríamos nosotros.

Quienes han leído para sí mismos el I Ching o se lo han hecho leer por otros sabrán que no es algo estático, algo fatal, es una obra ética en movimiento constante, siempre susceptible de pasar a su contrario para dar lugar al devenir dialéctico del ying y el yang. Los contrarios no son absolutos excluyentes, maniqueos, el bien y el mal son relativos y móviles como lo es el ethos y en consecuencia el daimon.
Llegamos así de la mano de Heráclito, los mayas y los chinos a la conclusión de que nuestro destino está cifrado por nuestro carácter y de esta conclusión se desprenden dos noticias, una buena y una mala: La buena noticia es que nuestro daimon o destino no está escrito de antemano, nosotros lo vamos escribiendo a cada instante, la mala es que ni Heráclito, ni los mayas ni los chinos nos dijeron que eso fuera fácil, al contrario, dejaron claro que sólo algunos elegidos lo lograban. Ese es nuestro reto.

Concluyo con una cita que resume de manera clara y sencilla lo antes expuesto:

Siembra un pensamiento y cosecharás una acción; siembra una acción y cosecharás un hábito; siembra un hábito y cosecharás un carácter; siembra un carácter y cosecharás un DESTINO.

SEMBREMOS.

Bibliografía:
Mondolfo, Rodolfo. Heráclito. Textos y problemas de su interpretación. México. Siglo XXI. 1966.
González, Juliana. Ética y Libertad. México. UNAM-FCE. 1997.
Popol Vuh. Las antiguas historias del Quiché. México. FCE.1992
I Ching. El Libro de las Mutaciones. Prólogo de Carl Gustav Jung. Barcelona. Edhas.1965

7 comments:

Tanusha said...

El destino o “daimon” es entonces no un efecto de la casualidad pero de la causalidad dual del “ying” y “yang” que requiere del “Ethos” para poder encontrarse.
Aunque el “Daimon” es impostergable también es irrepetible pues busca la evolución de éste. El hombre que trabaja arduamente en su “daimon” y en su “tao” perdura aunque su cuerpo físico desaparezca, pues su luz se mantiene “viva” como si quisiera imitar a Dios en esa insistencia por evitar la fatalidad de su mortalidad.

Tanusha.. Reina de las Hadas

Herácleto said...

Muy bien mi querida Tanusha, muy atinado tu comentario, no trascendemos nosotros, lo hace nuestro "ethos" a través de nuestro "daimon", en efecto, el hombre al trabajar en su "ethos" busca trascender, no morir, permanecer, y algunos lo logran!!

Mañana conmemoramos a uno de ellos, te invito a que visites mi post sobre Benito Juárez.

Un abrazo prima hasta aquellas tierras septentrionales!!

Unknown said...

Sí, el "ethos" es uno de los elementos propios de la naturaleza humana.

Los griegos también apuntaban que mientras los animales son puro "physis" (programación natural, instinto), hombres y mujeres somos "physis" más "ethos", es decir, programación natural más carácter, personalidad (que son una construcción cultural propia de los valores e ideas que nos forjamos de uno mismo y "el otro").

De ahí lo indispensable que resulta la reflexión ética para la vida en sociedad y la construcción colectiva de la polis.

Saludos!

Herácleto said...

..bien has dicho mi estimado Olaff, gracias por acercarte al texto y mejor aún por enriquecerlo. Un gran abrazo amigo!

Raul said...

Excelente, me ayudaste mucho a aclarar mis ideas. Eres genial, gracias por compartir :)

José Biedma L. said...

Excelentes comentarios al fragmento de Heráclito, partida de nacimiento de la Ética Occidental, de la conciencia reflexiva y del humanismo amigo de la libertad.

Naufragia said...

Espectacular artículo. Estoy realizando un trabajo comparando al Tao con el Logos de Heráclito y me interesaría hacerle unas preguntas a Tanusha si fuese posible, pues veo que está entregada al tema.

Gracias por tan buena información acerca de este fragmento de Heráclito.