Saturday, March 20, 2010

Ηθος Ανθρωπῳ Δαιμων. Heráclito [B.119]



Ethos,Antrophos,Daimon.

"Ethos" [ἦθος] es una palabra con diferentes significados, no contrapuestos sino complementarios, el significado más arcaico de "ethos" es el de guarida, refugio de animales, el lugar en el que acostumbran habitar. Más tarde ethos también se usó para referirse a la habitación de los hombres, a la morada.

En su segunda acepción, "ethos", [εθος] con épsilon –originalmente está escrito con eta- significa también "hábito", "costumbre"; hábito referido a una acción reiterada, a una repetición consciente, no mecánica, a una perseverancia, a la fidelidad a sí mismo.

"Ethos" es también "carácter" (xacactér): -marca distintiva que se graba- como los caracteres de un teclado- pero en este caso hablamos de una marca que se graba en el ser, otorgándole identidad. Más radicalmente "carácter" se refiere a una "manera de ser", a un modo de ser adquirido, no otorgado o grabado sino impreso a través de la "praxis".

Cuál es el "ethos" del filósofo. Cuáles son las “caracter-ísticas” –los rasgos del carácter- que independientemente de los modos de ser de cada uno de nosotros, participamos en común o "deberíamos" [¿?] aspirar a participar del "ethos" filosófico?

El "ethos" no sólo es una postura meditativa, "ethos" también significa "disposición" o "actitud". "Modo de ser para", y también "modo de estar ante" y "de ser con". Dicho de otro modo: el carácter es el modo de ser y estar, en el sentido de modo de disponerse ante el otro y lo otro, modo de relacionarse con el mundo; no sentados viendo cómo pasa el tiempo sino a través del modelado de nosotros mismos, a través de la "praxis".

Veamos ahora qué significa el "Daimon" [Δαιμων] en el fragmento de Heráclito.
"Daimon" es al igual que "ethos" es una palabra multívoca o polisémica. "Destino" es una de las posibles acepciones. Pero el "destino" es incierto, etéreo, oscuro, igual que otros de los significados de "daimon": "genio", "dios", "semidiós" o "demonio", en el sentido griego –pre cristiano- de la palabra.

Recordemos el "daimon socrático", esa voz que habitaba en Sócrates y que le hablaba desde el interior, esa especie de divinidad o fuerza sobrenatural, clave de la experiencia ética, la voz de una entidad desdoblada en sí misma, ajena y propia a la vez, que marca el sentido del bien y del mal de la vida, eso que hoy conocemos como la voz de la conciencia moral, del imperativo moral, el super yo como lo llama Freud.
El "daimon" traducido como "destino" nos remite a la fatalidad -en inglés un sinónimo de destiny es fate- aquello que tiene un carácter necesario, impostergable, el "fatum".
Completamos el fragmento [B119] de Heráclito: "Ethos, Antrophos, Daimon" significa:


"El carácter es el destino del hombre."


El mensaje "ético" de este fragmento nos dice que la acción libre y moral de nosotros mismos –nuestro “carácter”- determinará nuestro "destino", y a la inversa: nuestro "destino" o "daimon" no es una mera necesidad o fatalidad natural extrahumana sino que justamente depende del “ethos”, del "carácter", del "modo de ser y de estar", de la morada interior del hombre. El alma es la morada del daimon decía Demócrito.

Y si el "carácter" es una construcción libre –aunque no todos lo sepan o lo entiendan- ¿cuál es modelo que históricamente comparten los filósofos?
No existe un solo modelo pero podemos estar de acuerdo en que el ethos del filósofo es el dell hombre sabio. Veamos a continuación aunque sea muy superficialmente por motivos de espacio cuál es el modelo de hombre sabio que tenían las culturas maya y china.

Como sabemos, el lenguaje en el que se expresaron los mayas fue el simbólico y a la fecha aún existen muchas dificultades para traducir cabalmente los textos jeroglíficos. Tenemos por fortuna un texto invaluable que es el Popol Vuh.
En este mito cosmogónico podemos encontrar cuál era para los mayas el ethos del sabio.

Sabemos que de acuerdo a los mayas el hombre fue hecho con el método de ensayo y error –lo cual nos habla ya de que el hombre no es perfecto-. Primero el hombre de barro se deshizo con el agua (primera edad) luego el hombre de madera (segunda edad) tampoco pudo adquirir la humanidad. No fue sino hasta que se crea el hombre de maíz (tercera edad) que se forma el hombre “verdadero”.

Cuando el Popol Vuh narra que los hombres de madera no respondieron a la finalidad de los dioses, ya los mayas nos describen su concepción del hombre común y también del hombre sabio. Recordemos que en la tercera edad los primeros hombres hechos de maíz lo veían todo – se les había pasado la mano a los dioses- de manera que tuvieron que quitarles poder pues pensaron que un hombre que se igualara a Dios no tendría ninguna necesidad –o destino- No procrearía, no se multiplicaría ni veneraría a los dioses, sería autosuficiente. Para decirlo en pocas palabras, al hombre verdadero primero le fue dada la sabiduría y luego arrebatada pero no negada [un parecido asombroso con la teoría de las ideas platónica].

Los hombres de acuerdo con los mayas pueden por su propia acción desarrollar su conocimiento, así la sabiduría no es dada sino adquirida, el hombre se forma a sí mismo, por eso entre los mayas de hoy a los sabios se les denomina “los vivos”, “los que ven” “los que tienen el cerebro abierto”. El ethos del sabio entre los mayas consiste en ser fiel al ser, a la finalidad para la cual el hombre fue creado: venerar y alimentar a los dioses a través del ayuno, la vigilia, el autosacrificio y la abstinencia. El sabio es aquel que realiza plenamente la condición humana.

La matemática, la astronomía y la cronología que alcanzaron los mayas deben entenderse como un profundo esfuerzo por conocer y venerar a sus dioses y contrarrestar o aminorar sus influencias a través de sus rituales.
Por su parte los chinos y su pensamiento milenario, plasmado es su cada vez más popular I Ching, libro de las mutaciones, nos enseñan a través de sus grandes filósofos Lao Tse y Confucio que el hombre sabio tiene un ethos muy particular. Por cierto Lao Tse y Confucio son asombrosamente cercanos el tiempo con Heráclito s.VI a.C. así como con sus conclusiones sobre la armonía de los contrarios.

Lo que el logos –en su sentido de conocimiento- era para Heráclito lo es el Tao para los chinos, aunque aquí sí tenemos una literatura mucho más precisa y colmada de significados y no fragmentaria como con el de Éfeso. El tao es lo innombrable, el uno, el motor origen del movimiento. Hunab kú para los mayas, -quienes por cierto tampoco solían representarlo-.

El Tao se basa en la armonía de los contrarios, el ying, lo femenino, la tierra, la oscuridad, la humedad, la receptividad, lo negativo, lo destructor, literalmente: “el lado en sombra de la montaña”, y el yang, lo masculino, el cielo, lo positivo, la luz, el calor, la creatividad, literalmente: “el lado iluminado de la montaña”. El Tao es inaccesible a los sentidos y al conocimiento [Malos testigos los ojos y los oídos para los hombres que tienen almas bárbaras. Heráclito. B107] pero se puede intuir, es el principio que organiza a todos los seres. El poder vital.

El hexagrama de la sabiduría para los chinos, el ethos del sabio, o del filósofo, es aquel de los seis trazos completos (yang) llamado también Ch´ien o lo creativo.
A este signo corresponde la energía primaria, luminosa, fuerte, espiritual, activa, omnipresente, equivalente al fundamento del movimiento, uniformemente fuerte, carece de debilidad, representa al cielo, el poder de la perseverancia, de la duración. En su sentido macrocósmico el signo expresa acción creativa de la divinidad. En el mundo humano la acción creadora del sabio, el santo, el gobernante que desarrolla su esencia más elevada.

Igual que Heráclito e igual que los mayas los chinos hermanan el ethos con la acción, la acción perseverante, la praxis. Asimismo como nos señala Carl Jung, el I ching responde a quien lo consulta con el corazón abierto, su principal contenido ético reside en que el I Ching insiste en la necesidad de conocimiento de sí mismo y está destinado a personas pensantes y reflexivas que meditan todo el tiempo sobre lo que hacen y lo que les ocurre. Personas que tallan su propia piedra diríamos nosotros.

Quienes han leído para sí mismos el I Ching o se lo han hecho leer por otros sabrán que no es algo estático, algo fatal, es una obra ética en movimiento constante, siempre susceptible de pasar a su contrario para dar lugar al devenir dialéctico del ying y el yang. Los contrarios no son absolutos excluyentes, maniqueos, el bien y el mal son relativos y móviles como lo es el ethos y en consecuencia el daimon.
Llegamos así de la mano de Heráclito, los mayas y los chinos a la conclusión de que nuestro destino está cifrado por nuestro carácter y de esta conclusión se desprenden dos noticias, una buena y una mala: La buena noticia es que nuestro daimon o destino no está escrito de antemano, nosotros lo vamos escribiendo a cada instante, la mala es que ni Heráclito, ni los mayas ni los chinos nos dijeron que eso fuera fácil, al contrario, dejaron claro que sólo algunos elegidos lo lograban. Ese es nuestro reto.

Concluyo con una cita que resume de manera clara y sencilla lo antes expuesto:

Siembra un pensamiento y cosecharás una acción; siembra una acción y cosecharás un hábito; siembra un hábito y cosecharás un carácter; siembra un carácter y cosecharás un DESTINO.

SEMBREMOS.

Bibliografía:
Mondolfo, Rodolfo. Heráclito. Textos y problemas de su interpretación. México. Siglo XXI. 1966.
González, Juliana. Ética y Libertad. México. UNAM-FCE. 1997.
Popol Vuh. Las antiguas historias del Quiché. México. FCE.1992
I Ching. El Libro de las Mutaciones. Prólogo de Carl Gustav Jung. Barcelona. Edhas.1965

Saturday, November 21, 2009

Apuntes en torno a la reflexión y al sentido del origen


Por: Everardo Flores

“…el carácter común de todos los principios (ἀρχή) es el ser la fuente de donde derivan el ser, o la generación, o el conocimiento…”
Aristóteles. Metafísica ∆ 1, 1013 a 16-18


Esbozaré a continuación el avance de un par de breves investigaciones en curso todavía, sobre la reflexión necesaria que todos debemos practicar y sobre la significación del origen como elemento al que debemos regresar para re-conocernos re-flejarnos y re-encontrarnos a fin de no extraviarnos en este truculento mundo espiritual y físico.

1. La reflexión. Etimológicamente reflexionar alude a la palabra latina flectere (flexible) que significa doblar o encorvar. Al añadir el prefijo ‘re’ que significa volver hacia atrás (como en regresar, restaurar, recordar, reflejar) tenemos que reflexionar significa doblarnos hacia atrás sobre nosotros mismos, esto es, volver a pensar algo, voltear hacia dentro de nosotros para revisar lo hecho, lo pensado, lo sentido.

Reflexionar debe ser un ejercicio espiritual y cognitivo que debemos realizar con frecuencia hasta lograr establecer un diálogo permanente con nuestro yo interno, con nuestro Daimon como lo llamaba Sócrates, conocernos y aún mejor: dominarnos.

2. Quiero referirme al “origen” en su sentido espiritual, racional y filosófico así como a la importancia de volver a él. Por principio de cuentas parece claro que los humanos somos seres para quienes la vida adquiere verdadero sentido asimilando su principio y su final. En algún momento en nuestra niñez aprendemos, aunque luego nos lleve mucho tiempo comprenderlo cabalmente, que nacimos, vivimos y un día moriremos. Nos es muy difícil imaginar que algo exista por siempre y para siempre. La naturaleza parece decirnos a gritos que todo tiene un principio y un fin, la tierra, el alimento, el agua, el día, la noche, la vida misma. Aquello a lo que no le hallamos principio ni fin lo mandamos al mundo oscuro, a nuestro cuarto personal de los trebejos, ese que vamos limpiando cada que decidimos conocer y comprender mejor el mundo. No sería difícil profundizar en el tema pero lo que ahora nos interesa es la significación del volver al origen. Qué significa regresar al origen y qué provecho tiene.

De los registros más antiguos de culto a los dioses hallados en los restos de los asentamientos de los pueblos primigenios tenemos el culto al Dios Sol o Dios creador y a la Diosa Tierra. La pachamama (madre tierra) como la llaman los indios Aymara y Quechuas. Se trata de una Diosa que favorece la Fertilidad y la Fecundidad.

La mitología griega está colmada de referentes. De acuerdo con esa mitología Gea era la madre Tierra (creada por el Kaos) , Gea procreó a Urano (Dios de los cielos) y a Ponto (Dios de las profundidades de los mares) además de muchos otros dioses y titanes incluido el más joven y terrible de sus hijos: Cronos (Dios del tiempo) el astuto.

Los mexicas veneraban a la Coatlicue Cōātlicuē madre de Huitzilopochtli. Diosa terrestre de la vida y la muerte. También recibía los nombres de Tonāntzin de to- (nuestra) y –tzin (venerada) nān- (madre) y Teteōīnān 'madre (nān-) de los dioses (teteō-)'. Una vez más origen y final, nacimiento y muerte evocados en un mismo Dios.

Los mayas por su parte veneraban a Ixchel (La blanca) diosa del amor, de la gestación, de los trabajos textiles, de la luna y la medicina. Una de sus advocaciones era considerada maléfica, y se le representó en los códices, como una mujer vieja, vaciando los odres de la cólera sobre el mundo.
Ixchel representa la fertilidad estrechamente ligada con la Tierra, ya que son los ciclos de la luna los que rigen los tiempos de siembra y la cosecha. También se le asocia con la lluvia y Chaac por este mismo concepto.

En la mitología mexica, "Temazcalteci" era la diosa de los temazcal, (Temaz - vapor, calli - casa ) diosa abuela, corazón de la tierra y madre de los dioses. Asociada con las parturientas y la guerra. Como probablemente saben los temazcales evocan al vientre materno.

El temazcalli implica —según los ancianos— aprender a trabajar con los espíritus del fuego, el agua, el aire y la tierra y a generar las condiciones para la liberación y transmutación de lo que no sirve.

En nuestra cultura maya tenemos El Tuj, un baño de vapor que se realiza dentro de un pequeño lugar detrás de la casa regularmente de barro a manera de recurso ritual, higiénico y terapéutico.

De acuerdo con Fray Bernardino de Sahagún los mayas usaban el Tuj “…para muchas cosas, y para que aproveche a los enfermos hacen calentar muy bien el abaño con buena leña que no haga humo, aprovecha primeramente a los convalecientes de algunas enfermedades para que más presto acaben de sanar, aprovechan también las preñadas que están cerca del parto: ahí las parteras les hacen cierto beneficios, también aprovechan para recién paridas para que sanen y para purificar la leche, todos los enfermos reciben beneficios de este baño, especialmente aquellos que tienen los nervios encogidos y también los que se purgan luego de purgados; también para los que caen de su pie, o de alto, o fueron apaleados o maltratados y se les encogieron los nervios, además de los sarnosos y bubosos, allí los lavan y después de lavarlos ponen medicinas conforme aquellas enfermedades; para esto es menester de que el baño esté muy caliente.”

Así se curaba nuestra gente cuando no existían hospitales.

Pero aún no hemos resuelto la pregunta del significado de volver al origen, diremos que conocer sobre el temazcal y del tuj de alguna manera ya es conocer algo sobre el origen, seguiré investigando y compartiendo.

Referencias:

Breve diccionario etimológico de la lengua castellana. Joan Cormines. Madrid. Gredos. 1973.

Diccionario de Filosofía. J. Ferrater Mora. Ariel. Barcelona. 1994.

El Tuj, usos rituales, medicinales e higiénicos. Raxche' Demetrio Rodríguez. Iximulew, 1987.

Wikipedia. La enciclopedia libre. www.es.wikipedia.org los siguientes artículos (ixchel, coatlicue, tuj, temazcal, gea, pachamama)

Saturday, September 08, 2007

Por qué leer a Cioran



Por Everardo Flores.

Como bien es sabido las tiendas y restaurantes donde se venden libros están dominadas por ediciones de coyuntura política, de autoayuda y superación personal, títulos de temas esotéricos y religiosos, de ejercicios orientales o filosofías indias, chinas o tibetanas, los mostradores y mesas de estos lugares están tomados por los bestsellers en boga: conspiraciones medievales, claves templarias, sectas clandestinas y alumnos de escuelas de magia. A últimas fechas –digo, desde hace unos pocos años a la fecha- han aparecido en este mar de títulos, libros de filosofía digerida disfrazados de libros de autoayuda, el más exitoso de ellos ha sido sin duda aquel de “Más Platón y menos Prozac” con el que su autor Lou Marinoff dio con tubo a finales del siglo pasado y principio de este, principalmente en países de primer mundo aunque en México supongo no habrá tenido tan mala venta.

Marinoff, digámoslo sin tapujos, no hace sino “sintetizar” –o al menos eso intenta- en una colección de frases acompañadas de efímeras y superficiales interpretaciones, cientos de años de filosofía. Son los nuevos tiempos –dirán- sin duda, es verdad que ya no hay lugar para la paciente y profunda formación, lo inmediato y efímero “es lo de hoy”.

Si ya no es posible leer a Platón o Aristóteles en sus fuentes originales debido al trajín de los nuevos tiempos –y con ello me refiero a los miles de distractores que nos azotan- sin duda es mejor leer a Marinoff que quedarse sin leer nada, además –como todo buen gringo- el autor abre nuevas posibilidades económicas para los filósofos –todos somos en alguna medida aprendices de filósofos- pues ofrece -según sus palabras: a quienes ni los medicamentos ni las terapias psicológicas le surten efecto- una nueva herramienta terapéutica: el asesoramiento filosófico.

Muy modestamente -en esa misma línea de Marinoff- pretendo con esta sugerencia bibliográfica que apunta el título, aventurar una asesoría filosófica -si bien no solicitada, pero ofrecida en buena lid a quien tenga la amabilidad de leerme con el único beneficio de compartir conmigo una fascinación luego de una exquisita lectura-.

Permítaseme referirme a Émile Michel Cioran (1911- 1995) filósofo rumano que verdaderamente cimbró –como todo buen filósofo de grandes ligas- el pensamiento de su época, en este caso la nuestra.

Un breve ensayo es mi fuente: “Desgarradura”, Écartelement en francés su título original –A los 36 años Cioran decide cambiar de lengua y deja de escribir en rumano para adoptar el francés hasta el final de sus días-. Luego de su obra maestra: “Breviario de podredumbre” Cioran escribe –quizá para hacer algunas precisiones- el ensayito al que hago referencia donde es posible obtener una muestra de su obra mayor.

Pero qué es lo que me ha parecido verdaderamente impactante de Cioran, qué más va a ser: su crudeza, su fortaleza argumentativa, su desparpajo intelectual desprovisto de toda insinuación moral edificante.

Estoy convencido que leer un poco a Cioran es más provocador y por lo tanto verdaderamente más motivante –díganmelo a mi si no (me encanta esa frase) que de primeras me ha motivado a escribir este texto- que leerse las obras completas de Paulo Cohelo o cualquiera de esos.

Pienso que debe haber una confusión la cual consiste en creer que los libros más saludables para el espíritu son los más positivos y edificantes, todo lo contrario, los libros más saludables para el espíritu son los más negativos y disolventes debido a que provocan la energía que los niega y obligan a reaccionar furiosamente contra su fuerza nociva con el resultado lógico de que quien los lee no tiene más remedio que aferrarse a la realidad con una alegría fabulosa. Cioran lo ha dicho así: “cuanto más veneno contiene un libro, más saludable es el efecto que produce, a condición de que se lea contracorriente, que es como debería leerse cualquier libro. Luego entonces, no existe ningún pensador potente que no sea un escritor de libros de autoayuda.

Qué duda cabe que Cioran es uno de los escritores más saludables, antidepresivos, vitamínicos y proveedores de alegría que podamos hallar. ¿Qué dice Cioran?: la verdad, más o menos lo mismo que dicen casi todos los sabios que han existido, esto es, pura autoayuda: la felicidad una vacilada, ¿el éxito? Un verdadero mal chiste, ¿el amor, la amistad? Un completo fraude. La virtud: je, una tomada de pelo. ¿La historia? El mayor fraude de la historia, je, paradójico. ¿El estado? El timo más monstruoso que puede haber. ¿Los hombres? Una bola de rufianes, cobardes y perdedores natos. Ya está, más bajo no se puede caer. Y entonces, como ya no es posible caer más bajo porque la verdad convierte en grotesca cualquier noción de éxito o de felicidad, todo lo que se nos conceda por añadidura se vuelve una fuerte enorme de placer, alegría y gratitud por lo real. Esta claro que si todo el mundo leyera como es debido a Cioran el mundo sería un lugar luminoso y habitable y sin duda nos ahorraríamos tantas penas y catástrofes provocadas por nuestra ansia de éxito.

Yo ya me vi, soy un amigo pésimo, un hijo pésimo, un novio pésimo, un alumno pésimo, un escribidor pésimo, un jugador de fut pésimo. Siento entonces un aire de libertad vigorizante, una carga de prejuicios menos, me siento girito, ligero, bien. Salud hermanos, liberémonos de las sombras.

Para compartir mi optimismo:

Cioran E. M. Breviario de podredumbre. España. Punto de lectura. 2004. 341 pp.

Cioran. E.M. Desgarradura. España. Montesinos. 1989. 197 pp.

Marinoff, Lou. Más Platón y menos Prozac. España. Punto de lectura. 2001. 513 pp.

En torno a Dios. De la mano de Parménides de Elea.




Cuando llegué a la Facultad de Filosofía aún no terminaba Relaciones Internacionales, era yo aún más inexperto de lo que ahora soy en materia filosófica y paradójicamente, entonces creía saber más de lo que ahora creo saber, mis conocimientos filosóficos estaban limitados a algunas lecturas muy limitadas de Platón y de algunos otros filósofos, todas esas lecturas por cierto estaban estrictamente circunscritas a la teoría política, que era la vertiente académica que había elegido a lo largo de mi carrera en la Facultad de Ciencias Políticas.

Era yo un neófito pero me sentía muy picudo -pa variar-. Recuerdo perfectamente mi primer lectura: “El poema de Parménides”, esa lectura fue por decir lo menos un terremoto que cimbró hasta sus más profundas raíces mi docta ignorancia: “Las yeguas que me arrastran me han llevado tan lejos cuanto mi ánimo podría desear, cuando, en su conducción, me llevaron al famoso camino de la diosa, que conduce al hombre vidente a través de todas las ciudades.

Por este camino era yo conducido. Pues por él me llevaban las hábiles yeguas, tirando del carro, mientras unas doncellas mostraban el camino.

Y el eje ardiendo de los cubos de las ruedas rechinaba (pues era velozmente llevado por dos ruedas bien torneadas, una a cada lado), cuando las hijas del Sol, abandonando la morada de la Noche, se apresuraron a llevarme a la luz, quitándose los velos de sus cabezas con sus manos.” La discusión y análisis de este breve y críptico fragmento que forma parte del proemio del poema nos llevó más de cuatro clases, fue ahí que sentí que junto con Parménides las hijas del sol me llevaban a la luz, fue justo en esas primeras clases que quedé prendido de la filosofía y supe que por siempre iba ir en esa búsqueda del conocimiento.

Pero a qué viene todo esto, pues precisamente a que fue de la mano de Parménides -y tiempo después de otros filósofos- que pude acercarme con infinidad de argumentos, al problema de Dios. Parménides decía: “Es necesario decir y pensar que el ser es, porque es posible que el ser sea y es imposible que el no-ser sea”. A partir de esas premisas es posible afirmar que el ser es inmutable, eterno, único y por ende, omnipresente. No hay nada que escape al ser, no hay nada fuera del ser, pues eso sólo significaría que es el no ser. El ser es y el no-ser, no es. ¿Qué bárbaro no?, pues sí, qué bárbaro, pues más allá de lo válido -además de bien fusiladotes- que hoy nos parezcan sus argumentos Parménides junto con algunos otros pensadores como Heráclito -quien también tiene lo suyo y con quien particularmente me identifico más- estaba nada menos que colocando los pilares de la FILOSOFÍA y esto no porque no hubieran existido pensadores originales e incluso geniales en otras latitudes y en otros tiempos, sino porque simple y sencillamente Parménides, con todo y su lenguaje religioso -pues no había otra forma de decir las cosas- estaba matando literalmente a Dios o por decir lo menos, estaba acotando las atribuciones de esa noción llamada Dios a la que todo el pensamiento antiguo estuvo siempre atada. Parménides propuso además un método racionalista y distinguió por vez primera los pensamientos verdaderos u obtenidos de deducciones racionales de la simple y llana opinión. –¿ya ven que Descartes, padre del racionalismo moderno, no habría atinado nada si no fuera por Parménides?

En fin, el problema de Dios es fascinante y tiene tantas vertientes y aristas como el hombre mismo y su complejidad, una de esas aristas, pero sólo una de miles, tiene que ver con la demostración de su existencia, hasta hoy nadie ha podido demostrar inobjetablemente que exista o que no exista, ni filósofo ni científico alguno lo ha conseguido. Aunque déjenme decirles que hay filósofos de primera talla como Kant, Hegel o Spinoza, por no hablar de Santo Tomás de Aquino, que esgrimen unos argumentos a favor de la existencia de Dios tan claros y aparentemente impecables en su estructura lógica y racional que convencerían a cualquiera. Otros filósofos asumen una posición agnóstica, es decir, reconocen los límites de su sabiduría y ante lo que no pueden demostrar reconocen simple y llanamente que no saben, un ejemplo fue Sócrates quien sólo sabía que no sabía. Esta actitud es, sí quieren llamarla, honesta, aunque el problema que yo le veo es que al no tomar una posición se quedan limitados en un sentido real, se quedan volando en la realidad asumiendo de esa manera –queriéndolo o no- una actitud pasiva y por lo tanto cómplice de una dominación a través de armas tan poderosas como la religión.

La postura que argumenta que Dios no existe no por el hecho de no convencer a todos con sus argumentos, es inválida e inútil en si misma, todo lo contrario, en sentido práctico –que es el sentido que a la escuela marxista le interesaba asociar con la teoría a través del concepto de praxis- es moral y socialmente más liberador y verdaderamente revolucionario hablar de la no existencia de Dios que de su existencia –aunque aquí difieran los teólogos de la liberación de los marxistas tradicionales pues los primeros creen que es perfectamente compatible creer en la existencia de Dios y liberarse de las cadenas de la enajenación- y aunque yo particularmente no este de acuerdo con ellos creo que por lo menos hay más honestidad en esta corriente religiosa aunque por eso el vaticano ha intentado exterminarlos y por cierto con mucho éxito.

Espero que con este rollito haya podido argumentar mi postura en torno a Dios. No se trata de una postura cognoscitiva sino más bien de una postura política y moral. Como lo he dicho antes, no espero que estén de acuerdo conmigo, tan sólo que me quieran como soy, je je.

Saturday, September 09, 2006

Qué es Filosofía


Antes de comenzar a disertar sobre Filosofía pongámonos de acuerdo y definamos a la Filosofía.

Digamos en primer lugar que no daremos "la respuesta" o "la definición" de lo que es Filosofía, sencillamente daremos "nuestra" definición, que no por nuestra será original pero sí clarificadora de lo que para nosotros será Filosofía y de lo que no lo será.